Foto de Archivo: Oriol Mena septimo clasificado Rally Dakar 2018.
Diez años después de la primera edición celebrada en el continente sudamericano, el Dakar 2019 se disputará de nuevo con un recorrido en bucle, que empezará y terminará en Lima. La arena de Perú desempeñará un papel clave en la conquista de los trofeos.
Antes de la división actual de naciones, Perú se construyó sobre un legado múltiple y algunos componentes de su identidad sudamericana se remontan a cerca de 5.000 años. El Machu Picchu, testimonio de la civilización inca, se ha convertido en el emblema de la diversidad cultural, así como en uno de los principales atractivos turísticos del país. De los incas proviene también el vínculo de profundo respeto e íntima relación del pueblo peruano con la Madre Tierra, conocida como Pachamama. Los visitantes respetan esta tradición cuando practican el surf en sus playas del Pacífico, cuando disfrutan del Pisco Sour (con moderación) o cuando rinden homenaje a los productos locales degustando la nueva gastronomía peruana.
La escasez de precipitaciones otorga al país zonas totalmente desérticas que el Dakar empezó a explorar en 2012 y 2013. En la primera incursión del Dakar en Perú, solo los pilotos más valientes pudieron sentir el orgullo de subir al podio de Lima. Un año después, los aficionados peruanos vivieron una pequeña consagración al asistir a la victoria de uno de sus pilotos de quad, Ignacio Flores, en la primera etapa en Pisco. Para su reencuentro con el recorrido del Dakar, el de la 40ª edición, el paso por los desiertos de Ica y de Tanaka sometió a los pilotos a una dura criba, que excluyó de la pugna final a pretendientes al título de la talla de Sam Sunderland en motos o de Sébastien Loeb en coches. Este año, las esperanzas de los aficionados peruanos estarán depositadas principalmente en Nicolás Fuchs, 12º en coches en 2017, así como Alexis Hernández, 5º en quads el pasado mes de enero.